En un post anterior dije que el sistema educativo argentino estaba produciendo borrachines de bar y mantuve una amable discusión privada en la que debí explicar por qué me parecía justa la sentencia. Hoy, al leer en las news de Yahoo que Emma Cunnieti, directora general de Educación de Mendoza, provincia occidental argentina, permitirá que los alumnos vean en las escuelas todos los partidos que le toque jugar la selección de fútbol argentina en el mundial de Alemania, mi primera reacción fue de indignación. Un poco más calmo y después de releer la nota, me di cuenta que es más de lo mismo.
La directora argumenta que su decisión es una suerte de mal menor que solucionaría el ausentismo no sólo de los alumnos sino además de los profesores. Sostiene ella que
En síntesis, la decisión de la directora general de Educación de Mendoza me parece la imbecilidad de una funcionaria mediocre educada a la sombra de un sistema decadente. Sin embargo, olviden este post: debo reconocer que mi educación también surgió de esas oscuridades.
La directora argumenta que su decisión es una suerte de mal menor que solucionaría el ausentismo no sólo de los alumnos sino además de los profesores. Sostiene ella que
y de vuelta estamos en lo que afirmaba yo hace unos días. Ni siquiera tiene razón Cunnieti en el hecho evitar que los chicos se junten en un bar. Los vínculos de amistad que se forjan por gusto y no por el entorno tienden a ser más fuertes, pero, de todas maneras, mejor sería que el sistema educativo formara personas que no paralizaran un país por un partido de fútbol. ¿Idealismo fútil? Puede ser, pero como llamado de atención debería servir que ese mismo sistema educativo produjo también maestros y profesores, grandecitos ellos, que tampoco asisten a dar clases y funcionarios públicos que corren detrás de los problemas.Mejor que ver los partido en un bar, tomando cerveza, entendemos que es hacerlo dentro de las aulas. Conviene prever y facilitar que puedan verlos desde su lugar de trabajo, sin interrumpir la actividad escolar.
En síntesis, la decisión de la directora general de Educación de Mendoza me parece la imbecilidad de una funcionaria mediocre educada a la sombra de un sistema decadente. Sin embargo, olviden este post: debo reconocer que mi educación también surgió de esas oscuridades.
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