Sistemismo

Ni mirarnos el ombligo ni echar culpas a todo el mundo, las actividades sociales son una fusión compleja de espontaneidad individual y causación social; y la ciencia, al ser una actividad social de pleno derecho, se encuentra regida por estos parámetros. Un simple “hago porque el contexto obliga” explica tan poco como el otro extremo: “soy libre de hacer lo que se me antoje”. Pero entonces, ¿cuál debería ser el marco apropiado para explicar el desarrollo de la actividad científica?

Externalismo

Es comprensible que los “externalistas” pretendan que la ciencia, tanto en sus contenidos como en las actividades de sus productores, esté completamente determinada por el entorno social. Les permitiría ignorar el talento de sus adversarios, la riqueza de los flujos de comunicación interna y hablar del funcionamiento de la ciencia sin comprender su discurso. A pesar de que muchos pregonan que el conocimiento del lenguaje de la tribu es importante, ninguno de ellos se esfuerza por conocer los códigos de comunicación interna de las comunidades científicas.

Sin embargo, si la actividad científica estuviera completamente determinada por sus interacciones con el entorno, no se explicaría cómo en la época de Galileo no fueron todos Galileos, o cómo Galileo no fue Bellarmino. O por qué Albert Einstein y Willard Gibbs publicaron exactamente la misma teoría sin conocer ninguno la obra del otro. Einstein, por ejemplo, era un joven judío-alemán que debía ganarse la vida en una oficina estatal de Suiza y no poseía experiencia ni estructura científica en la que respaldarse; Gibbs, en cambio, era un acomodado catedrático de una respetable universidad norteamericana y estaba en la cima de elite intelectual de la época.

Internalismo

A los “internalistas” no les va mucho mejor en su intento por describir la actividad científica. La ciencia, como toda actividad social, la desarrolla una comunidad antes que en una sociedad autosuficiente, por lo que su evolución no sólo depende de los mecanismos internos sino también de los vínculos con el entorno social que la cobija. Una visión netamente internalista no da cuenta de por qué se forman “componentes gigantes” alrededor de un tema dado o “mundos pequeños” de científicos que dan lugar a modas que muchas veces se evaporan tan rápido como llegaron. El internalista dirá que lo sustancial es el conocimiento científico producido; sin embargo, la investigación científica, en tanto actividad social, sesga el fondo de conocimiento acumulado por diversas presiones de índole extracientífica, sean éstas extra, inter o intracomunitarias; en consecuencia, si se desea conocer la evolución del pensamiento científico así como la estabilidad del sistema social que produce teorías científicas, no pueden ignorarse las relaciones entre cada comunidad científica con el exterior.

El problema de obtener una perspectiva coherente de la evolución del pensamiento científico sin caer en los errores del externalismo ni en los del internalismo y rescatar sus aciertos es difícil. No obstante es posible si se parte de una visión más amplia.

Sistemismo

La ciencia es un sistema concreto y como tal puede analizarse en una tríada: i) La composición, o conjunto de sus partes, que a su vez pueden ser complejas: científicos individuales, equipos de investigación, etc. ii) El entorno, que son las cosas que modifican a los actores o que resultan modificadas por ellos, pero que no pertenecen a la composición; el entorno, además, se divide en medio o entorno social y ambiente o entorno natural; y iii) La estructura, que es la colección de los vínculos entre actores, este caso los científicos, más el conjunto de los vínculos entre dichos elementos y el entorno; el primer tipo se llama endoestructura y el segundo exoestructura. A su vez, cada uno de los dos tipos de entorno define sendas categorías dentro de la exoestructura.

Las diferencias objetivas entre los vínculos pertenecientes a la endoestructura y los de la exoestructura son fundamentales para diferenciar la actividad científica del resto de las actividades sociales. Por ejemplo, la confección, publicación y lectura de papers es la vía más usual de comunicación dentro de las ciencias avanzadas actuales y conforma una de las principales componentes de su estructura interna (endoestructura específica), puesto que vincula a los científicos y los mantiene unidos generando nuevas instancias de vinculación en el quehacer científico. La divulgación científica, en cambio, es una relación entre la ciencia y su medio. Estos vínculos no pertenecen a la endoestructura sino a la exoestructura con el medio (ver cuadro) y además de circular por otros carriles, cumplen una función que no es la específica de la ciencia. En otras palabras, un científico será considerado como tal si produce conocimiento original y actual y lo publica en sus “círculos”, aunque no lo divulgue al resto de la sociedad.

El sistemismo es un marco conceptual más potente que sus alternativas porque no hace conjeturas rígidas y de tan largo alcance como ellos. Sus hipótesis se centran en las actividades mismas de los científicos y puede tomar los aciertos tanto del externalismo como del internalismo y rechazar sus errores.

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