El acceso a la ciencia

Siempre creí el acceso a la ciencia debía estar garantizado a la sociedad ya que, al fin y al cabo, es la sociedad quien mediante el pago de sus impuestos hace la ciencia posible. Porque, digámoslo de una vez, las cosas gratis no existen. Y por eso, parecía un contrasentido cortarle, a quienes pagan, el acceso mediante trucos varios como el analfabetismo científico, la ignorancia organizada o la superchería. Este argumento lo mantuve en más de una oportunidad: El Estado tiene la obligación de brindarle a los ciudadanos todas las herramientas para que entiendan la ciencia porque ellos pagan sus impuestos.

Sin embargo, la idea está fundamentalmente equivocada. No es más que un paquete comprado al neoliberalismo que se había instalado en una parte no crítica de mi cerebro. ¿Desde cuándo pagar otorga más derecho en cuestiones como la educación científica? El pago de un kilo de tomates me da el derecho a consumirlos en una ensalada, pero el saber es un derecho que las personas tienen incluso sin pagar. En otro caso estaríamos abonando el argumento de que quienes no pagan no tienen derecho a recibir ningún conocimiento o que quienes más pagan tienen más derechos.

La reformulación de la idea la deja un poco más simple: "El Estado tiene la obligación de brindarle a todos el acceso libre a la ciencia"

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